preguntar. A esta altura nadie se atrevió a decir que sí. A continuación comenzó a agregar arena, hasta llegar al borde. “¿Está llena la jarra?” Volvió a insistir. Todos esperamos en silencio. Seguidamente, empezó a agregar agua a la jarra. “¿Está llena la jarra?”, inquirió por cuarta vez. Ahora sí; definitivamente no entraba nada más. ¡Finalmente, estaba llena! “¿Cuál es la lección que nos enseña este experimento?”, preguntó a la audiencia. Y sin esperar la respuesta añadió: “Que si no ponemos
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